“Hacer que la cosa funcione”: La historia del Arq. Rubén Caride y su compromiso con la profesión

“Hacer que la cosa funcione”: La historia del Arq. Rubén Caride y su compromiso con la profesión
Con más de seis décadas dedicadas al trabajo en obras y 40 años en la docencia universitaria, el arquitecto Rubén Caride es un claro ejemplo de vocación, compromiso y visión. Se jubiló en 2023, pero continúa muy activo como docente en la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Concepción del Uruguay. Su testimonio, en el marco del Día Nacional del Arquitecto, nos permite repasar no sólo una carrera profesional rica en experiencias, sino también su mirada sobre el ejercicio de la arquitectura y su relación con Caja Prever, a la que considera un sostén clave en su vida profesional y actual etapa jubilatoria.
Nacido en La Plata, Caride se graduó en la Universidad Nacional de esa ciudad. Tras algunos años como docente allí, un viaje por trabajo lo trajo a Entre Ríos, donde decidió quedarse. “Vine a ver una obra a la zona de San José, Colón, Villa Elisa, y prácticamente no había profesionales de la arquitectura. Había un campo de acción múltiple, no eran solo casas. Había chacras, frigoríficos, plantas de incubación, cosas muy diferentes al estudio que teníamos en La Plata. Eso me entusiasmó, me gustó investigar, profundizar”, recuerda.
La curiosidad, el compromiso y la exigencia fueron pilares de su desempeño profesional, tanto en las aulas como en las obras. “Soy un tipo muy exigente, pero con buen trato. En clase siempre les digo: chicos, pónganse las pilas y estudien, porque la cosa para otro lado no va”, confiesa entre risas.
Arquitectura y oficio: un trabajo colectivo
Para Caride, la arquitectura es una disciplina que se construye en diálogo constante con otras. “El ingeniero tiene una formación lógica, matemática, rígida. El arquitecto le aporta la espacialidad, la circulación, el dinamismo, el uso, la integración con el medio”, señala, destacando el trabajo interdisciplinario como clave para obtener mejores resultados.
Y cuando habla de construir viviendas, es contundente: “La casa es una máquina para vivir. Cuando mejor ajustadas estén sus partes, mejor va a funcionar. Eso exige asesoramiento e interacción con el propietario, explicándole el porqué de cada decisión”.
Uno de los hitos que recuerda con mayor emoción a lo largo de su carrera fue la construcción de la torre de la iglesia de Villa Elisa, un proyecto que comenzó cinco años antes del centenario de la ciudad. “Me llamo el cura Juan Esteban Rougier para hacerla. Estaba a 20 metros de altura de lo que era la caja del reloj, y había que hacer la torre. Trabajamos con una maqueta inspirada en una iglesia de Alemania y armamos la torre de 25 metros de alto sobre una base que no sabíamos cómo estaba construida. Ahora cuando paso y la veo digo: Bueno, quedó bien. Es una satisfacción personal, es algo que uno no imagina que le va a tocar hacer. Indudablemente es un símbolo” cuenta con orgullo.

Un vínculo sólido con la Caja
Como afiliado histórico de Caja Prever, Caride no duda en reconocer el valor de la institución. “La Caja funciona perfecto. Que las jubilaciones sean proporcionales a los aportes es lógico. A los jóvenes que dicen que la Caja les saca plata, les digo: esperen. Cuando te jubilás, decís: ‘Che, qué bueno’. Hay otras cajas que pagan una jubilación mínima, y eso no pasa acá”, afirma.
Además de los beneficios previsionales, destaca especialmente el acompañamiento en salud. “La parte de asistencia social en lo que hace a medicamentos e internaciones es buenísima. Está controlada, se nota en el trato y en las explicaciones”, valora. “Por suerte soy un hombre sano, pero hay medicamentos que uso tanto yo, como mi señora, y que siempre la Caja nos ha cubierto. Cuando te lo cubren, te explican. Y cuando no te lo cubren, te lo explican también”, asegura.
A sus 80 años, se define como una persona agradecida. “Nunca me opuse a hacer los aportes. Sabía que, cuando me jubilara, iba a tener una retribución acorde”, comenta.
Un legado que continúa
Padre de tres hijos —un odontólogo, un abogado y un futuro arquitecto—, Caride vive su jubilación con tranquilidad, aunque sigue vinculado a su pasión por la enseñanza. Y si tiene que resumir su camino en una frase, no duda: “En lo que hice, traté de hacerlo lo mejor que pude. Tal vez no fue óptimo, pero siempre preocupado porque la cosa funcione, vaya para adelante”.